Este año, por las torpes razones administrativas de
alternancia entre poetas y narradores, que la comunidad literaria conoce de
sobra, el Premio Nacional de Literatura debería corresponder a un poeta. Me han
llegado varias solicitudes, vía mail, para adherir a distintas candidaturas. En
todo caso, para mí, desde el año 1990 a la fecha (no cuento los años de
dictadura) debió haber ganado ese premio Patricio Manns, su obra poética así lo
amerita. “Memorial de Bonampak” y “Cantología” son una muestra de ello. Incluso
como narrador, “Buenas noches los pastores” y “El desorden en un cuerno de
niebla”, también lo respaldan. Para qué voy a citar toda su bibliografía. He
escuchado muchas veces, a poetas, decir que este autor es músico y no poeta,
pero cuando Bob Dylan ganó el Nobel celebraron en grande. Me imagino que la
celebración se debió a que Dylan escribe en inglés y fuma marihuana. En Chile,
me he dado cuenta, no se juzga la obra, menos el fondo de una obra, sino la
vida que los autores hacen alrededor de la literatura. Lo que prima son las
“anécdotas”, relaciones con las universidades, con la prensa, excentricidades,
incluso las tonterías e inconsecuencias que un autor pueda cometer. Yo pienso
que los jurados que les ha tocado dirimir los premios nacionales desde 1990 a
la fecha, jamás leyeron las obras completas de los postulantes. Y qué decir del
acta de resolución del premio y lo que argumentó cada jurado, es secreta. Pero,
¿argumentarían?
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