El sociólogo Alberto Mayol nos
presenta su libro Autopsia ¿De qué se murió
la elite chilena? (Catalonia, 330 pág.), un volumen cuyo título provoca
expectativas sobre el tema, así como acerca del causante -o los causantes- de
la muerte de tan distinguido sector social. Pero éstas se diluyen al avanzar en
la lectura, al encontrarnos con obviedades y digresiones que más parecen
aspavientos de erudición que aportes al tema (la muerte de la elite chilena).
En ese sentido, habrían bastado cien páginas, trescientas son demasiado. Surge
la pregunta: ¿para qué publicar un libro de estas características, que además
está escrito para la elite a la que se extiende certificado de defunción? Claramente
el libro es como el vespertino La Segunda,
que sólo lee la elite, no el pueblo. El pueblo lo que pide es soluciones
concretas para acabar con los abusos de esa elite y no latos análisis y
estadísticas para ser discutidos en espacios –paradojalmente- elitistas. Es lo
que ocurre con Autopsia de Alberto
Mayol.
En cuanto al tema de fondo, el
sociólogo se equivoca. La elite no está muerta ni en un estado de crisis que
pudiera fulminarla. Esa es una lectura incorrecta y simplista. No dudamos de
las buenas intenciones de Mayol, pero no basta con describir las
características de la elite y sus acciones deshonestas para afirmar que ha
muerto. Está viva y la crisis es sólo de credibilidad, pero eso no la liquida. Tampoco
a la elite le interesa mucho la opinión de la gente. Ninguna elite ha sucumbido
por “crisis internas”. Eso ocurre sólo cuando es desplazada del poder mediante
la fuerza. Es una ingenuidad pensar lo contrario.
Asegurar que la elite pasa por un debilitamiento estructural y necesita
una autopsia resulta por lo menos dudoso. Lo que la elite hace, cuando se ve
cuestionada por la opinión pública, es sacrificar a algunos de sus miembros y cambiar
de formato, nada más. Pero continúa ejerciendo su poder e imponiendo sus abusos.
Abusos que se concentran en la vieja historia de la explotación del hombre por
el hombre en sus diferentes manifestaciones. En el caso nuestro, en la
implementación más implacable del neoliberalismo, conducida alternadamente por
moros y cristianos. Si bien el libro es un aporte a la discusión política y
entrega elementos de juicio, no es la panacea que nos indique el camino de la
liberación. Porque si no hay cadáver, no puede haber autopsia.
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