Ramón Díaz Eterovic nos presenta su décimo quinto libro de
la saga del detective privado Heredia, La
música de la soledad (LOM Ediciones, 344 pág.). Esta vez, Heredia va tras
los pasos del asesino de Alfredo Razetti, un abogado que en representación de
un grupo de activistas de un pueblo llamado Cuenca, al norte de Santiago,
pretendía interponer un recurso de protección contra la minera Memphis,
causante de graves daños al medio ambiente con la construcción y funcionamiento
de una represa a un costado del pueblo. Tranque que contenía residuos tóxicos
que contaminaban un río cercano y los sembradíos de la región, además de los
efectos nocivos que provocaban en la salud de los pobladores.
Como ha sido su impronta en esta saga, Ramón Díaz Eterovic
nos entrega una novela que retrata la sociedad contemporánea desnudándola en
todas sus miserias, provocadas por quienes con el objetivo de lucrar a como dé
lugar con lo que esté a su alcance y que pueda reportarles algún rédito, no
escatiman esfuerzos en violar la ley para lograr sus propósitos. En este caso, se trata de un problema
mayor en nuestro país –y en el mundo- que es la destrucción del medio ambiente,
incluso con la complicidad del gobierno y el parlamento. Un pasaje de la
novela, que muestra al dueño de la minera Memphis, Tadeo Hanser, apareciendo en
televisión, indica muy bien la relación entre el poder y los negocios. Heredia,
mientras bebe una copa en un bar, observa la pantalla de un televisor: “que
mostraba al empresario [Tadeo Hanser] saludando al ministro de Hacienda, al
inicio de una reunión del presidente de la República con los más importantes
empresarios del país. Segundos después, la cámara volvía sobre Hanser, esta vez
hablando del aumento de las ventas experimentado por su minera en el último año
y haciendo proyecciones acerca de un futuro prometedor, en la medida que no
cambiaran las leyes que regulan la actividad minera y el pago de impuestos. El
reportaje de cuatro o cinco minutos se complementó con entrevistas a otros
empresarios que abalaron el modelo económico chileno, el que, según ellos,
llevaría a Chile al desarrollo en no más de diez años”. Todos sabemos que ese
mentado desarrollo ha ido a parar al bolsillo de empresariado nacional y
transnacional.
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