El comandante en jefe del ejército, general Humberto Oviedo,
rindió un homenaje, en nombre de su institución, al futbolista y seleccionado
nacional Gary Medel, de brillante participación en el mundial de fútbol 2014. Las
razones del homenaje las dio el mismo Oviedo: “Esta es una expresión de
gratitud por la gesta deportiva. Una actitud de vencer la adversidad y ser
capaz de decir: yo puedo más” (…) “Es un hombre que ha puesto disciplina en lo
que hace y, por lo mismo, estamos seguros de que es un ejemplo para nuestros
soldados”. Luego, le regaló a Medel un corvo, aquel arma que los militares
usaron para desbarrigar chilenos y luego arrojarlos al mar. Gary Medel
respondió que estaba emocionado por el homenaje y que se identificaba “con el
soldado chileno por lo guerreros que son, por lo luchadores, nunca dicen que
no, siempre pueden más y por eso el agradecimiento hacia ellos”.
Pues bien, esta situación es representativa de cuestiones
que merecen ser tomadas en cuenta si queremos entender nuestra sociedad y sus opuestos.
No discuto que Medel merezca todos los homenajes que se le quieran dar como
deportista. Por cierto que los merece. Dicho esto, vamos a lo de fondo. El
comandante en jefe del ejército toma al futbolista como ejemplo de patriotismo
para sus soldados. Es decir, dar la batalla hasta el final, a pesar de estar
herido (Medel jugó con un desgarro). Se debe mantener la bandera siempre al
tope (en el deporte equivale a la camiseta). Claro que existen diferencias
notables entre el fin que persigue un soldado y el que busca un futbolista. Al
primero lo entrenan para matar, utilizando entre otras armas el famoso corvo;
en cambio, al futbolista lo entrenan para jugar con un balón y hacer goles, sin
matar a nadie. O sea, fines totalmente opuestos, pero que hoy el general Oviedo
ha querido homologar. Imagino que por el bien de la patria.
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