Editorial Fondo de Cultura
Económica ha publicado el libro Obra
poética de Mahfud Massís, uno de
los vates más destacados de nuestras letras e injustamente relegado a un plano que dista
mucho del cual merecería estar. Esta publicación viene a pagar esa deuda. La
edición estuvo a cargo del poeta y profesor Naín Nómez. El volumen –de poco más
de 480 páginas- viene acompañado de fotografías y trae ilustraciones de la
pintora Lukó de Rokha, quien fuera esposa de Massís e hija de Pablo de Rokha. Los
libros incluidos son: Las bestias del
duelo (1944), Elegía bajo la tierra
(1955), Sonatas del gallo negro
(1958), El libro de los astros apagados
(1965), Leyendas del Cristo negro (1967),
Testamentos sobre la piedra (1971), Llanto del exiliado (1986), Este modo de morir (1988), Ojos de tormenta (1990) y Papeles quemados (LOM Ediciones, 2001,
póstumo). No se incluye su primer libro Litoral
celeste (1940), esto porque el propio Massís, como explica Naín Nómez, “–en
contadas ocasiones- llamó la atención, omitiendo su registro e incorporación en
proyectos editoriales sujetos a su cuidado y preparación, como es el caso de la
Antología 1942-1988 publicada en
Venezuela en el año 1990”.
Mahfud
Massís nació en Iquique en 1916 y falleció en Caracas, Venezuela, en 1990,
donde vivió el exilio junto a su familia tras el golpe de Estado de 1973. En
aquella nación, al momento del golpe militar, era agregado cultural del
gobierno de la Unidad Popular encabezado por el presidente Salvador Allende. En
Chile realizó una destacada labor literaria, siendo premiados sus trabajos en
múltiples ocasiones. El Premio Municipal Pedro de Oña y el Premio Alerce de la
Sociedad de Escritores de Chile, son algunos de sus galardones. También destaca
su labor en la revista Polémica y no
menor es su incursión en el ensayo, donde sobresale su obra “Walt Whitman, el
visionario de Long Island” e “Imagen y persistencia de Andrés Eloy Blanco”. Massís
no pudo regresar a Chile con vida, pero dejó un legado importante, tanto literario
como político, pues se comprometió de lleno en la lucha del pueblo chileno para
recuperar la democracia. Este sentimiento quedó reflejado en sus versos: “Hay
noches/ en que veo generales con los huevos/ ardiendo, y digo/ la puta que los
parió y otras cosas igualmente necesarias./ Hijos de la hiena manchada,/
ensuciaron la luz de gas carbónico y negro,/ bebiendo arsénico en jarrones de
cuatro asas.../ Pero vendrá, estoy seguro,/ la hora de los vaticinios y los tambores
fríos,/ el muro en que caerán como fetos ansiosos”. Sobre el esperado regreso, que no pudo concretar, escribió premonitoriamente:
“Quiero volver a Chile,/ mirar, si es posible, la antigua Alameda,/ mientras
paso con mi ataúd/ en el que guardo un pájaro del mar Caribe”.
Mahfud Massís amó Chile y amó a Venezuela, que lo acogió solidariamente, pero
también amaba sus raíces: “Ciertos muertos me saludan, vienen/ de
Palestina,/ preguntando cómo y por qué, llorando,/ mientras cae la lluvia...”.
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