Me preguntan que a quién
considero que se le debe otorgar este año el Premio Nacional de Literatura, que
en esta oportunidad, debido a una regla absurda, le corresponde a un poeta, alternancia
entre poetas y narradores le llaman. Estupideces ajenas a la literatura diría
yo. El gran problema de este premio es que los resultados poco tienen que ver
con justicia literaria, por decirlo de alguna manera. El jurado, salvo el último
galardonado y el miembro de la Academia de la Lengua, poco saben de literatura.
Aunque estos dos últimos no siempre se han leído la obra completa de todos los
postulantes. Pero así son los premios en el mundo, salvo honrosas excepciones,
sólo reflejan las tendencias estéticas de grupos de influencia, sobre todo
relacionados con ciertas universidades. Ni el Nobel se salva. Por ejemplo, ni
Silvio Rodríguez ni Patricio Manns son menos poetas que Bob Dylan, pero este
último es premio Nobel. Yo he leído (y oído) atentamente la poesía de Dylan, y
la verdad es que, incluso ateniéndonos a las diferencias entre el inglés y el
español, creo que en cuanto a metáforas, síntesis, ritmo interno, etcétera, no
es superior ni a Rodríguez ni a Manns.
Pero volvamos al Premio Nacional
en Chile. Pienso que a estas alturas da lo mismo ganarlo o no. A veces no
ganarlo es mayor mérito que haberlo ganado. No lo recibieron Violeta Parra,
Vicente Huidobro, Luis Sepúlveda, tampoco Roberto Parra ni María Luisa Bombal,
quedaron fuera Jorge Teillier y Rolando Cárdenas. Así suma y sigue. Y ni hablar del Nobel, se le negó Tolstoy,
Joyce, Vallejo, en fin. Lo importante es la obra que perdura en el tiempo. He
visto circular este año (en agosto se da el premio) listas de apoyo a distintos
poetas resaltando sus cualidades, y está bien, cada uno está en su derecho de
tener su candidato, el problema es cuando se va más allá de las razones
literarias que uno exponga, y se pretende imponer un canon sobre la base de
lecturas academicistas acostumbradas a interminables y lateros ensayos conducentes
a explicar, por ejemplo, porque Nietzsche (que sobre todo era poeta) dijo esto
así y no de otra manera, como si los lectores fuéramos tarados y no
entendiéramos lo que leemos. Y voy a dar otro ejemplo, para comprender a
Aristóteles no se necesita un doctorado en filosofía o un magíster en
literatura, basta con leer su obra completa. Entonces, ese tipo de academicismo
es el que prima en el momento de entregar un premio.
Voy ser muy franco,
personalmente, a estas alturas de mi vida son muy pocos los poetas que me
interesa releer aparte de Homero, Apolonio de Rodas, Ovidio, la Edda Mayor, Vallejo
y De Rokha, de hecho hace unos años doné todos mis libros de poesía con la
excepción de unos 25 autores chilenos y latinoamericanos. Finalmente, sobre
quién es mi candidato para el premio 2020, creo que está claro: “A buen entendedor
pocas palabras”.
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