Álvaro Corbalán, el dueño de la noche (CEIBO Ediciones. 106
pág.). Investigación periodística de Daniel Campusano, Macarena Chinni,
Constanza González y Felipe Robledo, sobre los vínculos del jefe operativo de
la CNI, Álvaro Corbalán Castilla y el mundo del espectáculo durante los años 70
y 80. En general, el libro se sustenta en testimonios de cantantes, músicos y
animadores que trabajaron permanentemente en televisión y que conocieron a
Corbalán. Los testimonios son más bien anecdóticos que críticos, aunque todos
coinciden en el poder que tenía dentro del ambiente por su condición de
militar. Sin embargo, todos niegan haber sido su amigo y haber estado enterados
de su condición de asesino y torturador operativo de la CNI. Incluso lo que más
destacan quienes lo conocieron, además de su aspecto marcial, es que era
simpático, galante, gentil y otras liviandades que suenan a evasión y excusas
por haber convivido con él. En el volumen abundan comentarios de este tipo: “Me
contaron que andaba con un piano tocando serenatas por las calles con Raúl Di
Blasio, un argentino que vivía en ese tiempo acá y que tenía un grupito con
quien hacía ese tipo de locuras” (Horacio Saavedra, director de orquesta).
Corbalán y sus agentes, estaban a cargo de la seguridad del
Festival de Viña del Mar, y desde allí profundiza su relación con la farándula
de la época, con los escogidos por la dictadura, pues imperaba una severa
censura, para ser los rostros que día a día aparecerían en las pantallas del
televisor. Pero nadie sabía nada. En ese sentido, resulta relevante el
testimonio del cantante Jorge Eduardo: “Qué no se venga a victimizar gente como
el ‘Pollo’ Fuentes. ¿Cómo puede decir que él sufrió con el gobierno militar si
ellos tienen fotos con Pinochet en la casa? Todos los artistas ganaron la plata
que quisieron en ese periodo, porque existían muchos festivales y eventos, ya
que el gobierno entregaba mucho dinero para este tipo de cosas”. Entre los personajes
que se citan en el libro se cuentan, entre otros, a Peter Rock, Patricia
Maldonado, Andrea Tessa, Buddy Richard, Palta Meléndez, Hermógenes con H, Raquel
Argandoña, Cristóbal, Antonio Vodanovic, Oro Colodro y Luis Dimas, del cual se
dice: “Dimas afirma que en la década de los ‘80, al igual que él, fueron varios
artistas los que cobardemente aceptaron al militar entre sus amistades, y que
hubo varios que para tener una mejor relación con al CNI accedían a ser
soplones”. Sería interesante conocer los nombres de los artistas soplones y las
consecuencias que sus delaciones trajeron contra quienes delataban. Caso aparte
es la situación del cantante Tito Fernández, El Temucano, reconocido por ser un
hombre de izquierda, pero que tras el golpe de Estado pudo continuar trabajando
en Chile, incluso en televisión, mientras sus compañeros eran asesinados,
encarcelados o exiliados. Las razones de su inmunidad apuntan claramente a su
reconocida amistad con Álvaro Corbalán, cuyos oscuros entretelones aún no salen
a la luz.
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