Hace muchos años, el poeta Pablo
de Rokha expresó estas sabias palabras, que vaya que tienen vigencia en nuestra
comunidad literaria:
“Hoy por hoy existe un grupo de muchachas y muchachos que comprenden
perfectamente que es posible ser un imbécil y tener prestigio internacional y
que hay idiotas premiados y condecorados como los caballos” (…) “En tiempos de Pushkin hubo un tal Timoféiev,
poeta, a quien Senkovski (Alone, el Cura Dussuel, o Silva Castro [Valente y
otros ¿por qué no?]) proclamó ¡el mayor de los genios!. Le pertenece una obra
inolvidable titulada: ¡oh, barba, barbita mía.”
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